domingo, 23 de enero de 2011

El color de tu sangre

¿Sabes como eres por dentro?
Aun recuerdo el día que te lo pregunte, y aun no olvido la mirada con la que me miraste, mezcla de curiosidad, miedo y duda.
-¿Por dentro? No te entiendo, finalmente contestaste.
Si, no hablo de tus sentimientos, o de tu alma, me refiero físicamente, ¿sabes como eres?  Es decir, los colores, olores, la organización, etc.
Un titubeante No, fue tu respuesta mientras apartabas tu mirada de mi, e intentabas ignorarme.
¿No te gustaría saberlo? Arremetí de nuevo, ¿No te gustaría ver como funcionas por dentro?
-¡Estas loco! Fue lo ultimo que dijiste antes de dejarme solo en la sala, sin embargo, a pesar de que el tema fue olvidado, yo seguía pensando en eso, me seguía preguntando como serias, si tu calor interior, seria igual que el externo que tanto me encantaba, si finalmente tu corazón seria como los que veía en los anuncios de la televisión, si palpitaba mas como tu decías que pasaba cuando estabas cerca de mi, o ver, si existían aquellas mariposas en tu estomago.
Pero, ¿Cómo hacerlo? Como convencerte de que compartieras mi obsesión, como convencerte de que me permitieras abrir tu carne, cortar sus senos pequeños, finalmente terminar la discusión sobre cuanto miden los intestinos, ya que estando ahí, fácilmente podría medirlos, sentir tus costillas en directo, sentir si mis dedos temblaban igual cuando las tocaba por encima de tu piel, es mas, como pedirte que me dejaras probarte, que me permitieras saber si tu cuerpo por dentro era tan dulce como lo era tu piel por fuera, pero, estaba siendo trivial, por que resignarme solo a mis caprichos, cuando, con tu cuerpo abierto, podríamos ver todo tu ser en funcionamiento, ¡imagina! Estar en primera fila viendo tu corazón latir, tu sangre recorriendo tu cuerpo, los pulmones expandiéndose al recibir el aire…
En fin, eran demasiadas las cosas que podríamos hacer, las posibilidades de mi experimento eran ilimitadas, no iba a cesar en mi intento de convencerte, sin éxito, mi mente empezó a compaginar un plan, aprovechando tu sueño profundo, silenciosamente deslizaría mi navaja por tu plano vientre, y al despertarte, te daría la sorpresa, te mostraría todo lo que ya te había comentado una y otra vez ante tu mirada horrorizada, te mostraría que no estaba loco, que mi obsesión por descuartizarte era normal e inofensiva, pero, era tanto mi afán que olvide algo…
Las personas destazadas no están con vida cuando su verdugo acaba su obra…

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